El domingo por la noche toda España se paralizó por el fútbol. El encuentro que enfrentó en cuartos de final de la eurcopa de Austria y Suiza a España e Italia detuvo el país durante casi tres horas. En Zaragoza, la afición se concentró en la plaza de San Pedro Nolasco, donde los pabellones de la Expo de los países organizadores del campeonato han instalado una pantalla gigante para ver todos los partidos.
En la céntrica plaza zaragozana, (situada detrás del Coso, cera de la calle Don Jaime) se juntaron algo más de 500 personas para ver el encuentro de “la roja”. Banderas, bufandas, camisetas, caras pintadas…, todo dispuesto para no llevarse una nueva decepción y esta vez sí, pasar de cuartos.
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El ambiente fue de tensión durante todo el encuentro. De vez en cuando, los allí congregados se arrancaban con algún “que viva España”, “italiano el que no bote”, etc. Nadie perdía de vista la pantalla ni un solo segundo. No había suficientes dedos para morderse las uñas ante tanta incertidumbre.
Al final llegó la tanda de penaltis decisiva. Hubo quien optó por rezar, quien cantó, quien no quiso mirar… La muchedumbre se volvía loca con cada gol de los españoles y con cada parada de Casillas. Pero el fallo de Güiza fue un jarro de agua fría. Volvieron a planear viejos fantasmas del pasado. La tensión era máxima. Más de uno estaba al borde del infarto. Pero al final Cesc marcó el tanto decisivo y la locura se desató. La gente se abrazaba aún sin conocerse de nada. Los turistas y estudiantes Erasmus que por allí pasaban miraban alucinados.
En la céntrica plaza zaragozana, (situada detrás del Coso, cera de la calle Don Jaime) se juntaron algo más de 500 personas para ver el encuentro de “la roja”. Banderas, bufandas, camisetas, caras pintadas…, todo dispuesto para no llevarse una nueva decepción y esta vez sí, pasar de cuartos.
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El ambiente fue de tensión durante todo el encuentro. De vez en cuando, los allí congregados se arrancaban con algún “que viva España”, “italiano el que no bote”, etc. Nadie perdía de vista la pantalla ni un solo segundo. No había suficientes dedos para morderse las uñas ante tanta incertidumbre.
Al final llegó la tanda de penaltis decisiva. Hubo quien optó por rezar, quien cantó, quien no quiso mirar… La muchedumbre se volvía loca con cada gol de los españoles y con cada parada de Casillas. Pero el fallo de Güiza fue un jarro de agua fría. Volvieron a planear viejos fantasmas del pasado. La tensión era máxima. Más de uno estaba al borde del infarto. Pero al final Cesc marcó el tanto decisivo y la locura se desató. La gente se abrazaba aún sin conocerse de nada. Los turistas y estudiantes Erasmus que por allí pasaban miraban alucinados.
A partir de ahí los aficionados se dirigieron a la plaza de España a celebrar el triunfo. Por todas las calles del centro de la ciudad se escuchaban los pitidos de los coches celebrando la victoria. Parecía que se acababa de ganar el título, aunque sólo haya sido el pase a las semifinales. Pero para los españoles, eso ya es mucho, ya que la mayoría de los que allí estaban celebrando el resultado cosechado, nunca han visto a España en semifinales, y mucho menos eliminando a Italia. Acaba de comenzar una noche muy larga para los aficionados al fútbol.
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